Un hastío improviso me toma y me viste
en un parpadear insolente y permitido,
mi mano midiendo tu cuerpo de alpiste
encuentra temblorosa, el fruto prohibido.
De pronto me sereno, cual ave en su nidal
de pronto todo es bueno,las rosas y el rosal.
Y olvido las espinas que afincan el dolor
la sangre, el sentimiento, el roce y el pudor
De pronto me resisto, de pronto hay temor
y pasándole revista a tu glorioso seno
de pronto te enveneno, de pronto me condeno
Un hastío improviso me toma y persiste
en un tolerar lo inadmisible. ¿Viste
que ese cuento no te lo comiste…?
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