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miércoles, 23 de octubre de 2019

Padre e hija

Hay una bruma delgada en el aire enrarecido
de la mañana inquieta en tus ojos infantiles.
¿Qué son esas nubes que derraman sus lágrimas
a través de las pupilas que espejaban mi alegría?

Hay un silencio culposo en los labios de la Aurora
que ha rendido ingenuidades, inocencias y desvelos
por amores recubiertos de secretos ruborosos
¿Qué pasó con las muñecas que jugaban con tus manos?

Y mi niña; ¿ya no es niña? ¿Ya no abraza a su papá?
¿Quién turbó con sus encantos tu preciosa algarabía?
¿Quién robó con sus astucias los tesoros de tu risa?
¿A qué hombre debo ir a exigirle que devuelva tu sonrisa?

Hay una bruma delgada en el aire enrarecido
del amanecer inquieto de tus ojos señoriales…
Ven y abrázame, chiquita, y desahoga sobre mi hombro
ese llanto que te amarga y te llena de tristeza